Mientras en España se debatía sobre intentos de fomentar la
industria relojera atraves de academias, el desarrollo de la industria moderna
y la consiguiente quiebra de los talleres artesanales arrojo a oficiales y
maestros artesanos al desempleo. Durante el siglo XIX las relaciones de producción capitalistas y
la creciente proletarización del trabajo desembocarían en el problema obrero en
adelante los obreros tendrían que organizarse en sindicatos y partidos
políticos.
Pero un arte tan sutil es de difícil
organización si no va acompañada de antiguas usanzas gremiales, así es que aun
hoy en día en España existe el Gremio de Joyeros, Plateros y Relojeros de Madrid entre
otros, data de 1572 en que se aprueba la
regla fundacional; en la década anterior, en 1561, el Rey Felipe II había
entregado a Madrid la honrosa y pesada carga de la capitalidad. Las necesidades
de la corte multiplicaron un censo de plateros poco significativo hasta ese
momento y, como consecuencia, resultó obligada una mayor atención a los
aspectos organizativos de los profesionales. Es el más antiguo de los que
existen en la actualidad y es uno de los cinco Gremios Mayores que fundaron la
Cámara de Comercio de Madrid junto al de pañeros, sederos, lenceros y
especieros. De ahí que el emblema de la Cámara de Comercio tenga 5 columnas.
Hace 435 años los Plateros
Madrileños se reunían con el propósito de crear su propia organización
corporativa. Algún tiempo después, en 1575, se imponían su propia Carta Magna,
que llevó por título “Regla de la Cofradía y Cofrades del Señor San Elegio, de
los Artífices Plateros de Madrid”.
Poco antes de la II República nace
el Gremio de Joyeros y Plateros de Madrid, que juega un papel decisivo en la
redacción del reglamento de metales preciosos en 1934, todavía, aunque por poco
tiempo, vigente, y en las posteriores modificaciones. Tenía su sede en la calle
de la Flora, 1, y era presidente don Prudencio Perera.
Durante la guerra civil fueron
intervenidos los locales e incautados mobiliario y archivo; la perdida de este
último impide un conocimiento exacto del proceso de fundación de la
Corporación. Tras la guerra, se reorganiza el gremio, que conserva sus antiguos
Estatutos y, a pesar de su encuadre en la organización sindical, goza de
autonomía incluso en el campo económico.
Ahora bien estos intentos de
mantener un gremio nada tienen que ver con aquellas instituciones de carácter
feudal que fueron desapareciendo cuando la iniciativa privada, la libertad de industria y comercio entraron
en escena.
La
instalación de franceses en el reino español fue una constante a lo largo de
los siglos XVI y XVII, en el momento en que el centro de gravedad de Occidente
era España. Una presencia francesa que dejó su huella en la vida económica,
social, intelectual y artística según las épocas y generó, según los momentos,
sentimientos equívocos de atracción y de rechazo. Ahora bien, interrogarse
sobre la convivencia delos galos con los nacionales de la Península es también
cuestionar los miles de procesos incoados por el tribunal del Santo Oficio.
Por
otro lado un caldo de cultivo se preparaba en Europa, en primer lugar, la primera
revolución industrial consecuencia de la
evolución general de la economía europea
en los siglos XVI-XVII
El
temprano desmantelamiento de algunos elementos institucionales del feudalismo
en el siglo XVII, la existencia de un activo grupo social de comerciantes vinculados
a los tráficos coloniales, la existencia de una legislación que protegía las patentes,
el escaso poder de los gremios, la facilitad para obtener dinero a crédito
fueron algunos de los argumentos esgrimidos para explicar el carácter pionero
de la industrialización británica. Aun así, algunos especialistas en análisis
comparativos se atreven a decir que el papel pionero de Inglaterra respecto a
Francia tal vez se debiera puramente al azar. Pues como una oleada imparable de
inconformismo llego la Revolución Francesa
Los
inventores ingleses que hicieron la revolución industrial no eran
Científicos
ni ingenieros superiores, eran artesanos, maestros de taller. Primero se inventó
la máquina de vapor, años después los físicos enunciarían las leyes de la termodinámica
que explican por qué, a veces, esas máquinas no explotaban. A partir de
entonces se pudieron hacer máquinas más eficientes y que explotaban menos así
la consecución de la producción en cadena
Pero nuestras maquinas del tiempo poco o nada tenían que ver con este tipo de industrialización,
fueron, eran y son fruto del ingenio y del buen gusto, además de considerables
obras de arte adornadas con elementos de gran valor, también habían cumplido en
sus orígenes con un carácter social de
vital importancia (La medida del tiempo). Así pues a la par también se perdía
el encanto de la creatividad y la especialización en relojería relegándola a pequeños talleres que por
supuesto no eran apoyados social y económicamente, aún menos pues la doctrina
calvinista no veía con buenos ojos la creatividad de artes ostentosas
Nuestros
más preciados artífices relojeros nunca debieron resistirse y por
fortuna si veían obstaculizado su quehacer encontrarían refugio para dar rienda
suelta a sus saberes incluyendo las
formulas mercantiles que les fueran propicias
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