Para las mediciones nocturnas del tiempo, aparecieron cuadrantes estelares y lunares. (Pero funcionaban solamente cuando había cielo despejados) así que hubo que inventarse los relojes de fuego,
instrumentos que median el tiempo en relación a la velocidad que se consumía un
combustible
La primera referencia a este tipo
de sistema de medición se ubica hacia el S.V d.C . en la antigua China quedándonos constancia de este dato a través de un poema de You Jiangu, donde menciona su importancia.
En China se utilizaban
los relojes de fuego bien diferenciados, construidos a base pulverizar una clase de árboles y mezclándolas
junto con substancias aromáticas, se
amasaba una pasta de la que se hacían palitos de las formas más diversas, por
ejemplo en forma de espiral.
Así pues se hacía necesario medir el tiempo como
transcurso y no como visual
Su importancia
era vital dado que eran usados por los mineros de la antigüedad que debían extraer en las minas la plata y el
hierro, usaban un procedimiento peculiar de medir el tiempo: en una lámpara de
arcilla que cogía consigo el minero bajo tierra se vertía tanta cantidad de
aceite que alcanzase para que el candil ardiese 10 horas. Cuando el aceite se
acababa el minero sabía que su jornada había terminado
Así aparecieron los relojes de cera,
velas de duración prevista. A medida que se iba consumiendo la vela (marcada)
señalaba un determinado período de tiempo
Las
"velas de tiempo" (nombre utilizado por los
romanos), "velas reloj", o "relojes de
fuego", son velas de duración prevista, con marcas numeradas que se
alcanzan mientras la vela se consume El borde
de la vela al ir disminuyendo de altura indica sobre la escala el paso del
tiempo. Las escalas pueden tener diferentes grados, llegándose hasta 10
minutos de precisión.
Si se incorporan bolas de metal o clavos estos caen sobre una chapa haciendo ruido al ir consumiéndose la vela, lográndose así un rudimentario temporizador.
La
primera mención registrada de estas velas data del siglo IX aunque
probablemente ya se usaban mucho antes.
En la Edad Media se caracterizó por el olvido y la oscuridad,
una cantidad enorme de descubrimientos de los antiguos se perdió. En muchos
conventos los frailes determinaban el tiempo por la noche por la cantidad de
oraciones echadas, bueno, un procedimiento no muy exacto. Luego en los
conventos y también en la vida civil empezaron a utilizar las velas para contar
el tiempo. Para eso en las velas se trazaban marcas que correspondían a lapsos
determinados. Esta variante europea se denominaba reloj de vela.
La precisión de los relojes de vela tampoco era elevada.
Ya ni hablar de las dificultades al confeccionar palos o velas totalmente
homogéneos, es necesario señalar que la velocidad de su combustión dependía
siempre de las condiciones en que transcurría: del acceso del aire libre, la
presencia del viento, etc.
También era un defecto de este tipo de reloj el que se
le necesitaba periódicamente renovar
Relojes de arena
El reloj de arena se confeccionaba por lo general como
dos recipientes de cristal en forma de embudo puestos uno sobre otro. El
recipiente superior se llenaba hasta un nivel determinado de arena, cuyo
derrame servía de medida del tiempo. Después de que el recipiente superior
vertía toda su arena, se le debía dar la vuelta al reloj .
Para mayor comodidad de la lectura del tiempo a veces
se usaba un sistema entero de recipientes el primero de los cuales se vaciaba
en 1/4 de hora, el segundo, en 1/2 de hora, el tercero, en 3/4 de hora y el
cuarto, en una hora. Después de que se vaciaba el cuarto recipiente, el último,
una persona que se ponla especialmente para eso daba la vuelta a todos los
recipientes de manera que la cuenta del reloj de arena comenzaba de nuevo y al
mismo tiempo marcaba la expiración de la hora.
Lo relojes de arena tenían mucho uso en los barcos;
las «medias horas navales» servían a los marineros para establecer el orden de
su vida como la alternativa de la guardia y el descanso.
La precisión del reloj de arena depende de la
regularidad del derrame de la arena. Para que el reloj de arena sea más exacto
es necesario usar una arena en lo posible homogénea, suave y seca que no forme
bolitas en la garganta del recipiente. Para eso los relojeros del siglo XIII
hervían la mezcla de arena y polvo de mármol en vino y jugo de limón, la
espumaban y luego la secaban, repitiendo esta operación nueve veces. A pesar de
todas esas medidas, los relojes de arena medían el tiempo con muy poca
precisión.
Para calcular unos lapsos más o menos largos el reloj
de arena no era cómodo tanto por su pequeña precisión como porque requiere una
vigilancia continua. Para eso eran mucho más cómodos los relojes de agua y de
fuego (o de vela) que desde la antigüedad se propagaron a gran escala.
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