Los relojes
de la Catedral de Lugo aparecen bien documentados en un estudio de Adolfo de Abel Vilela, este estudio
titulado “La Torre y los relojes
de la Catedral de Lugo”, nos acerca a la existencia de los maestros relojeros,
sus contratos y sus obras.
Estas referencias son clave a la hora de elaborar un
índice de artistas y desde luego desde el punto de vista de la evolución de la
relojería en tierras españolas, no lo es menos.
La torre de la fachada norte de la Catedral Santa María
de Lugo se modificó a mediados del siglo
XVI, siendo uno de los objetivos, la colocación del primer reloj de la ciudad
para servicio púbico. Esta modificación fue llevada a cabo por el maestro de
obras Gaspar de Arce Solórzano, “el
viejo” natural de Siete Villas de Trasmiera (Cantabria) que convirtió la Torre de los Signos en la Torre de las
Campanas y el Reloj
Hemos de mostrar una especial atención a la
denominación de la “Torre de los
Signos”· como interpretación a la
lectura del paso del tiempo con relación
a las estrellas, pues en ella estaban
grabados los signos zodiacales.
Por el año 1570 comenzaron las obras de la torre,
siendo el relojero Baltasar Ruiz el que
habría de construir y colocar el primer reloj.
En los planos de Gaspar de Arce, constan un alzado y
una sección del cuerpo alto de la torre correspondiente al sitio donde hoy se
encuentran las campanas. También se encontraban los ojos de buey donde se
colocarían las esferas del reloj
El reloj de Baltasar Ruiz o Roig.
Debió ser un reloj de herrero de una sola manilla,
en factura de hierro dulce que haría tocar las horas en una campana situada en
la linterna y fundida en 1577
De este reloj se cree que funcionó durante ciento
ochenta años., sin duda debió ser reparado por varios herreros y cerrajeros,
según consta en la documentación que hace referencia a innumerables apellidos.
Claro es y no ponemos en duda que estos relojes carecían de cualquier sistema
de regulación por lo que sus constantes averías eran el producto de la tecnología
de la época.
Hay algunas cuestiones que són relevantes y que nos
indican que tiempos deberían marcar estos antiguos “reloxios”. Estas cuestiones
están descritas con precisión en la documentación que utilizo nuestro
historiador; se refieren al toque de campanas que debía realizar el artilugio y
que hoy serian imprescindibles si tuviésemos que encarar una restauración rigurosa.
Así se apunta claramente” que en el día nueve de marzo de
1579 se nombra a los Arcedianos de Abeancos y Deza para tratar con el Obispo y
el Ayuntamiento sobre los toques que debería
realizar el reloj, acordando que la
campana del reloj , taña a prima tres o cuatro días para ver cómo suena”
Otra manifestación del cuidado que se ponía en estas
obras , es el convenio de realizar una esfera que señalara las doce horas , debería realizarse
en cantería y rellenando las letras o
números, de latón posteriormente dorarlas a fuego, el campo de la esfera ha de
ser azul fino y el borde tallado, al óleo de color negro
Un total de cinco relojes, parece que existieron en
la torre, siendo este de Baltasar el
primero que duró más de ciento ochenta años, según nos
narra el historiador, no sin antes poner en dudas si este fue sustituido por
otro realizado por otro de los relojeros contratados en el tiempo que se construyó la segunda
campana o campana de los cuartos (1725) y que marca un antes y un después en la
evolución de los relojes de torre .
De las actas se desprende la contratación de un
relojero Vizcaíno, pero no menciona el nombre, así que es probable que añadiese
el sistema de los cuartos para dar
sonoridad a la campana de Francisco Palacio (Güemes) aunque ciertamente no consta en
ninguna documentación y todo apunta a que fue el reloj de Lombardero el que
habría de sustituir al relox de Baltasar Ruiz.
El
reloj de Lombardero
Juan Antonio Fernández Lombardero es considerado junto al cura Ladrillo,
los máximos representantes de la relojería artesanal gallega del siglo XVIII.
Tenemos que fijarnos en este relojero Asturiano y cuyos
antepasados descendían de Vizcaya , como uno de más firmes opositores a la
entrada de la relojería de importación., construyendo sus propios hornos para la fundición de metales y talleres de laminación y ajuste en el centro
de Asturias , con esto pretendía evitar la entrada de relojes tipo "London"que llegaban por los puertos de Asturias y Ribadeo.
En 1760, el reloj estaba terminado, duro treinta y cinco
años, dicen que por los malos fundamentos de construcción (suponemos que las ruedas
dentadas no eran de bronce)