Durante el siglo S.XVIII siguieron colocándose relojes, nunca tanto progreso en
tan breve espacio de tiempo, distintas formas de sonar la hora, distintos modelos;
verticales, horizontales y triangulares, hacían y conformaban la diferencia,
otras formas de distribución de los engranajes podían hacer las delicias de todos,
además en muchos casos se le añadieron autómatas a los cuales les dedicaremos algún capitulo
En definitiva, la sociedad del momento requería su reloj, por
tanto se produjo una gran expansión en las todas las ciudades importantes de Europa
Todos querían tener en lo más alto de la torre un reloj pues
dicha pieza empezada a ser referente de prosperidad
Podemos imaginarnos la
rivalidad, puesto que esta señal de prestigio lo era en la medida que el
artilugio era más preciso más vistoso y
también como no de mayores proporciones,
todo era importante, la categoría del lugar también dependía de la vistosidad y
sonoridad del reloj,
Durante esta etapa se
consolidaron disciplinas y sistemas de aprendizaje, a medida que los gremios se hacían más fuertes,
también entre si competían por el diseño de la maquinaria, cada paso suponía un
grado en el arte y la maestría de estos afamados relojeros
Por otra parte el
traspaso de conocimientos de padres a hijos, logro que se consolidaran pequeños
talleres artesanales, que como sabemos convivían con la también industria artesanal
de fundición de campanas
A la belleza de la maquina excelsa y el sonido turbador, no
podía faltar la fascinación visual, para tal apreciación de este sentido se construyeron
esferas
La variedad de las esferas quedaba a disposición del
encargado de realizar el capricho ornamental del momento, pero sobre todo del
paso de los artistas en la talla de piedra, vidrieros, esmaltadores ebanistas, en fin todo un elenco de
acreditados profesionales artísticos
La innovación siempre
venia marcada por los artífices relojeros, así entramos en el S.XIX donde se generalizo la aguja de los minutos.
Fueron estos años de adaptación
del tiempo sin duda alguna, tiempo que debía delimitarse.
Por un lado coincidente
con la revolución industrial, es el aumento de la presión del tiempo y los relojes
de precisión, suficientes factores como para que el tiempo se haya convertido
en algo más abstracto, nada que ver con
el movimiento de rotación terrestre alrededor del sol, cómo hemos señalado
anteriormente, el tiempo diurno se divide en 12 partes iguales entre el
amanecer y la puesta del sol y en 12 partes iguales entre el anochecer y el
amanecer. Dependiendo de la temporada, la "hora" del día y de la
noche por lo que no tienen la misma duración. Este es el sistema conocido como hora
temporales u horas diferentes
Por otro, las ciudades comenzaron a abandonar el
sistema de enlace y adoptar un "tiempo solar medio" exactamente 24
horas al día. En 1839, en Francia se hace la recomendación de utilizar el promedio de tiempo "para
establecer la regularidad en los horarios de salida y de llegada de correo en
el servicio postal." Así que aquí podemos sumar un nivel adicional de abstracción del tiempo
por la falta de correlación entre el tiempo de reloj mecánico y el tiempo del reloj solar, los dos están ahora
conectados por las tablas de conversión
Pero poco a poco, la indicación de tiempo se libera de su relación con el
sol. El primer paso en esta evolución fue utilizar tiempos iguales, es
decir, la misma duración entre el día y la noche y en cualquier época del año.
Esta evolución fue de alguna manera impuesta por el uso de relojes,.
Pero cuando ya habíamos
conseguido hacer los relojes más
precisos, otro fenómeno entra en juego: el tiempo transcurrido entre dos del
mediodía solar sucesivos no es exactamente 24 horas, pero puede variar hasta un
+ / - 15 minutos dependiendo de la temporada. Esto es debido al hecho de que la
tierra realiza una trayectoria elíptica alrededor del sol.
El siguiente paso fue alinear los relojes en diferentes lugares al mismo
tiempo. Es el desarrollo de las redes ferroviarias que impusieron este cambio;
y desde luego en España no existen pocas coplas y refranes que acompañen los
distintos relojes de la población pues no se conseguía regularlos
. Anteriormente, el tiempo estaba en un lugar determinado por el ajuste del
reloj mecánico en el reloj de sol , pero
el desajuste seguía produciéndose porque
como sabemos el tiempo no es lo mismo dependiendo en que parte del meridiano
se encuentre Esto no presenta ningún inconveniente práctico. Pero en los años
1830-1850 con el desarrollo del tren, las empresas ferroviarias impondrán horas
de salida y llegada en las que se expresaron en términos del tiempo local de la
sede de la empresa ferroviaria. Por ejemplo, si un tren salió a las 8:17, la
estación de tiempo, esto podría corresponder a la hora local 08:03. Algunos
relojes fueron equipados con dos diales, una para el tiempo de la estación, uno
para la hora local.
En 1891, para poner fin a la proliferación de las horas de referencia, hora
de París se convierte en la norma nacional para reemplazar las horas de las
empresas ferroviarias. El tiempo oficial fue por lo tanto una vez más
desplazado de la hora solar.
Esta unificación fue seguida por la unificación de los
tiempos a nivel internacional. Francia esperaba el 1911 para adaptar su horario
oficial, llamado el horario estándar, en el meridiano de Greenwich. 09 de marzo
1911, el tiempo legal en Francia se convirtió oficialmente en desplazamiento en
Paris 9 minutos y 21 segundos el tiempo medio.
Aquí acaba mi viaje documental,
el resto es modernidad, el interés que me suscita es el reconocimiento y puesta
en valor de la relojería mecánica monumental, aunque la odisea de la medición del tiempo continuará, no es mi intención
seguirla pues es infinita o al menos eso me parece.
Concluir en el cenit de
estos grandes olvidados coincidirá con mi fecha de nacimiento. “Un buen momento”
, por
cierto el concepto “momento” también
puede usarse para nombrar un lapso
temporal más o menos largo, pero capaz de singularizar o simbolizar una
circunstancia
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