Para terminar
con esta visión –historia –legislativa del aprendizaje del arte más preciso y complicado,
diremos que aquellos centros o
escuelas que funcionaron entre los años
cincuenta y hasta los setenta , lo hicieron
en base a la legislación vigente, ya
mencionada en el anterior capitulo .
Posteriormente, cuando se llevan a cabo los estudios
de Formación Profesional, (entre los años setenta y ochenta) recordamos
la legislación donde se proponía,
habrían de dividirse en dos
grados (FP1-FP2).
La formación profesional de primer grado, que se formalizaba en dos años y la formación
profesional de segundo grado, que se
formalizaba en tres años. Este plan de formación intento suplir de alguna
manera aquellas carencias culturales con
las que terminada la educación básica, podrían encontrarse los jóvenes, por
ello los dos primeros años eran generales. Pasadas estas pruebas el alumnado podía pasar a la especialización; este es el
caso de la Relojería , que debería
concluirse con tres años de especialización.
Como vino siendo norma en España, las
especializaciones no se encontraban a la vuelta de la esquina, así que muchos
estudiantes no podían aspirar ni escoger la especialización soñada, la falta de
becas y las distancias hacían prácticamente imposible realizar
especializaciones, concretas.
En España los estudios de relojería,
únicamente podían hacerse en Barcelona
(Escuela de la Merced), así que las
titilaciones debieron ser escasas y
concentradas probablemente estos titulados salieron al mercado laboral
avalados por las firmas relojera ,
adaptándose en principio a las
tecnologías dominantes; el resto que hoy
forma parte del elenco de Relojeros Españoles, solo tuvo una opción, emigrar a Suiza o seguir el conocido
camino que el gremio siempre había adoptado
(aprendizaje por transmisión
familiar)
Por otro lado
los alumnos que superaron las pruebas de esta
formación de segundo grado obtuvieron una titulación de ” Técnico Especialista en Micromecánica y
Relojeros.
Cambios educativos en España ha habido muchos, algunos bastante desacertados, la
visión nunca fue educar en
excelencia por lo que hemos venido
viendo, y este ambicioso plan de estudios de la formación profesional
debió toparse más con un problema más de financiación
que de políticas.
Llegados
los años noventa, la
educación secundaria obligatoria y, los ciclos formativos, de primer y segundo grado tampoco recogieron
en sus manuales este tipo de formación.
Es algo que hoy en día sorprende, pues no existe pueblo en España donde no halla el más variado tipo de ciclos formativos, por
cierto algunos con escasas o nulas salidas profesionales.
Este conocimiento del estado de la cuestión y sin
atender a mayores, ni sacar conclusiones
es avalado por muchos
profesionales que a su vez también se preguntaran si es preciso o conveniente formar
nuevos relojeros
De momento os dejo el Corta&Pega mejor definido y escrito.
Antoni
Nogués i Andreu
Sres. de
Contraste
He leído con suma atención los artículos aparecidos en los números 63 y 64 en
los cuales se habla de la creación de futuros estudios de relojería en
Barcelona. Desde mi punto de vista dicha información no se ajusta a la
realidad, por lo que desearía matizarla.
Entre los años 70 hasta finales de los 90 se llevaron a cabo los estudios de
Formación Profesional, divididos entre primer grado o FP1 que duraba dos años y
segundo grado o FP2, estudios divididos en tres años. En primer grado los
estudios eran generalistas para pasar a la especialización en algún oficio
concreto en segundo grado. Los estudios de relojería, como estudios
especializados que eran, se ubicaban en segundo grado. En España únicamente se
podían realizar en la escuela Virgen de la Merced de Barcelona. No existían
estudios similares ni en Madrid ni en ninguna otra ciudad. Los alumnos que en
esa época conseguimos superar todas las asignaturas obtuvimos el título de
Técnico Especialista en Micromecánica y Relojería.
Llegaron los 90. Década de cambios en el sistema educativo, también en la FP.
Los expertos consideraron que los estudios de FP se centraban demasiado en
oficios de “toda la vida” (tornero, soldador, relojero, carpintero, pintor,
peluquero...). Según ellos el nuevo perfil de técnico profesional del siglo XXI
tenía que ser mucho más generalista. Nada de aprender oficios, el nuevo
concepto era -y continua siendo- el de un aprendizaje interdisciplinario,
cambiante, que abarcase más campos, muy ambicioso en objetivos. Llegan los
Ciclos Formativos.
Los sabios del Ministerio consideraron que los peluqueros tenían que abarcar
mucho más y ser profesionales de la Asesoría de la Imagen Personal, los
torneros también, ahora aprenderían a ser Productores en Mecanización, y así un
largo etc. Muchas más asignaturas -y en solo dos años- para alcanzar más
conocimientos interdisciplinarios.
Pero ¿qué pasaba con los relojeros? Nadie se acordó de nosotros, ni en el
Ministerio, ubicado en Madrid, ni en la Generalitat Catalana ni en el Gremio
Barcelonés. De hecho, en honor a la verdad, algunos pocos sí se acordaron, como
el inspector d’Ensenyament Sr Vidal el cual, públicamente, en junio de 1994,
afirmó que los estudios de relojería no tenían futuro por lo que
desaparecerían. Los expertos se negaban a seguir contemplando en los nuevos
planes formativos estudios destinados a preparar ciudadanos para desempeñar un
solo oficio. Únicamente se salvaron de la criba las escuelas de artes y oficios
artísticos -caso de la joyería- pero la relojería no era un oficio artístico.
De hecho, era, y es, un muy digno oficio técnico.
¿Qué ocurrió con la escuela y con la titulación de relojería?
Tal como reza la dicha popular, entre todos la mataron y ella sola se murió.
Desapareció de los nuevos planes. Nadie se acordó de ella.
Pero ocurre un acontecimiento imprevisto. En esos momentos habían tres
profesores de relojería con la condición de funcionarios, que a la vez que
buenos expertos y buenos docentes intentan mantener el barco a flote. Por su
condición de funcionario no se les puede echar de patitas a la calle. Ellos son
los que hacen saltar la señal de alarma. ¿Qué pasa con nosotros? Nervios,
visitas a la Generalitat. Después de peregrinar por numerosos despachos alguien
les comenta que la autoridad para legislar sobre los nuevos títulos depende
exclusivamente de Madrid, que la Generalitat no puede hacer nada pero...
... la nueva ley, flexible, valora la adaptación de los estudios al entorno más
inmediato, permitiendo modificar algunas -sólo algunas- de las asignaturas para
arraigarlas a características singulares del alumnado. Y la Generalitat, que sí
tiene competencias para modificar el contenido de las asignaturas que pueden
ser cambiadas, se pone manos a la obra. Parten del título de grado medio de
Técnico en Mecanización (para que nos entendamos: tornero + fresador + técnico
en neumática y en hidráulica) De las 2000 horas de dichos estudios reorientan
exactamente 905 horas, las cuales se destinan a aprender relojería. Las
restantes 1095 horas no pueden ser modificadas, la legislación del Ministerio
no permite más. A título informativo comentar que el Director de la Mercè, Sr
Ramos, tornero de oficio, el cual fue entrevistado en el número anterior de
esta publicación, suele impartir a los "relojeros" algunas de las
1095 horas restantes, concretamente la asignatura de Control Numérico, una
especialidad de la mecánica industrial.
Fue el 16 de septiembre de 1999 que salió publicado en el DOGC la adaptación
del ciclo de Técnico en Mecanización al de Reparador y Mantenedor de Aparatos
de Medición y Control. Posiblemente algún lector se preguntará el porqué de
dicho nombre, tan largo y rimbombante.
¿No sería más fácil escribir la palabra relojero?
No es posible, tal como he mencionado antes, la filosofía de los ciclos no
permite focalizar los títulos como si de oficios se tratara. Hay que ser más
genérico. El nuevo título es una expresión de dicho generalísimo, la
denominación políticamente correcta del término relojero. Desde entonces, en el
instituto de la Mercè, se llevan a cabo dichos estudios. El alumnado, cuando
termina, recibe, por parte del Ministerio de Educación, el título oficial de
Técnico en Mecanización y, el instituto, expide una certificación acreditativa
según la cual dichos estudios han sido adaptados al perfil de Técnico Reparador
y Mantenedor de Aparatos de Medición y Control. Es por esta razón que si
alguien busca en internet, ya sea en la web del Departament d’Educació, en la
del Ministerio de Educación y Ciencia o en el buscador google las palabras
“Técnico Reparador y Mantenedor de Aparatos de Medición y Control” o bien desea
información de estudios de relojero no encontrará nada, dichas titulaciones y
dichos estudios, formalmente, no existen. La rimbombante denominación
únicamente podrá ser leída en los certificados expedidos por la Mercè.
El gremio barcelonés, transformado en Colegio Profesional, por la razón que
sea, está intentando dotar de más relevancia a los estudios de relojería. Según
diversos rumores y también intentando leer entre lineas las manifestaciones
expresadas en los anteriores artículos de Contraste, lo que finalmente
conseguirá es adaptar alrededor del 50% de las horas del título de grado
superior de Desarrollo de Proyectos Mecánicos (para que nos entendamos:
delineante proyectista en mecánica industrial) a estudios de relojería. Estas
horas, posiblemente, servirán para completar las asignaturas que, por falta de
tiempo, no pueden darse en los estudios actuales, las cuales son convenientes
para convertir un neófito en un relojero, ay ¡perdón! en un buen Técnico
Reparador y Mantenedor de Aparatos de Medición y Control.
Desearía terminar este redactado pidiendo a las personas que tienen el poder de
cambiar -o como mínimo de influir- se pusiesen manos a la obra e intentasen, de
una vez por todas, dejar de parchear otros estudios para volver a enarbolar
títulos oficiales en los cuales la palabra relojero se mostrase con la dignidad
que merece y en los cuales todas las asignaturas impartidas correspondan al
oficio de relojero.
Atentamente,
Antoni Nogués i Andreu